jueves, 8 de noviembre de 2007

la paciencia



La paciencia…el anhelo de todo desesperado, la virtud del gran sabio. Poco común hoy día, hay hasta quienes intentan pagar por ella, claro esta su valor, su peso inmaterial, reflejado en oro. Y pensar que las paradojas de la imperfección del lenguaje hacen que la palabra paciente signifique; “aquella persona que padece un mal físico”…y hay muchos que se fían de la definición. Sin embargo, paciente, no es el que (encontrando un respiro en su ahogo constante) logra ver pasar su vida, mediocre, aburrida, con un poco mas de calma, logrando sea algo más efímera, logrando sea un poco más soportable, nuestro gran pesar articulado…no, eso sí qué no. Paciente es el que sabe lo que espera, es el que sabe esperar, el que le encuentra el gusto a las cuestiones de tiempo alimentando su corazón con momentos exclusivos de introspección.
Recuerdo cuando era mas pequeño y decidía calentar agua para tomar mi legendaria infusión, solía yo, en mi ¿inexperiencia?, quizás, poner el fuego al máximo y sentarme a verlo arder con aire de inquietud, tratando de distraerme, invitando a jugar con migo a la siempre encantadora pero traidora salamandra que habita en él. Y recién cuando lograba realmente distraerme, me despertaba un chillido agudo, confirmándome que el agua había hervido, no servia ya…a empezar de nuevo, pequé de apurado, retrocedía dos casilleros.
En cambio, hoy día, disfruto de cómo un tenue fuego, de forma lenta pero decidida y firme, va trazando su objetivo, mi objetivo, y a pasos agigantados…es más, también aprendí que las salamandras eran solo ilusiones de mi loco cerebro complementado con mis ojos, ya que su belleza solo la posee el ardor de un fuego natural, ya que si realmente me hubiesen invitado a jugar, hoy quizás no estaría aquí. Hoy más maduro, más ¿feliz?, más completo puedo decir que: La paciencia se practica esperando…

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