El sexto poder...cada vez con más negociados.

Instando a la introspección.

Escupo aquí estas palabras con la ferviente intención que me lleva a hacer un poco mas equilibrada esa, casi eterna, discusión filosófica entre lo que se quiere y lo que se debe. Y llevándola al ámbito de los medios de comunicación es que, a medida que me sumerjo en él como periodista en potencia que soy, doy cuenta de los kilómetros y kilómetros de ventaja que el querer le ha sacado al deber. Se puede decir que esta ventaja es proporcionalmente inversa con el papel que hoy juega la ética en quienes protagonizan (protagonizamos, si se quiere, como para hacerme cargo del problema a plantear) dichos medios.
Supongo, quiero suponer (o, aunque sea, así es como lo vivo yo) que, todos los que buscamos sumergirnos en este gran teatro, iniciamos nuestro camino con la expectativa de algún día poder compartirle a la sociedad nuestras ideas, nuestras verdades, nuestras opiniones fundamentadas, y, en resumidas cuentas, todo ese saber que vamos adquiriendo a lo largo y ancho de nuestra formación. No creo que nadie se ilustre impulsado por la expectativa de, el día de mañana, lograr producir, dirigir, o escribir sobre... Un “Gran Hermano”, o un “Bailando por un sueño”, o cualquiera de las tantas banalidades que tienen lugar tanto en el ámbito de la televisión, como en el de la radio, o del cine al estilo hollywoodense.
Quienes hoy forman parte de ese gran mundo que engloban los medios de comunicación ya dan por finalizada esa discusión entre lo que se quiere y lo que se debe. Entre darle al publico lo tan “bien maquillado” como vació de contenido, en vez de lo profundo e importante. Darle lo glamoroso pero falso, en lugar de lo crudo pero real.
La discusión la gana por nok-out out lo trivial, lo meramente estético, lo banal.
Dicen que le dan al publico lo que quiere, lo que pide. Porque lo trivial es “lo que vende”, “lo que mide”; suelen muchos responder. Pero se olvidan (o no lo recuerdan gracias a la ética precisamente) del poder que tiene un medio a la hora de formar una opinión. A la hora de moldear, trastocar o derribar una opinión.

¡No nos mientan! ¡No se mientan a ustedes mismos!

El pueblo consume lo que este gran teatro le presenta como importante. El pueblo pide a gritos lo que, en el oído, le susurran los medios debe pedir. El pueblo termina queriendo lo que los medios le enseñaron que debe querer.
Cada uno, como pequeña gota integrante de esta mar mediático, debe agradecerle al azar del destino, la posibilidad que ha tenido para enriquecer su conciencia, devolviendo a la realidad conocimientos que aporten a la libertad, a la justicia y a la concientizacion de las masas.
Basta de pan y circo. Basta de ser uno mas de los tantos somníferos que la realidad ya posee.
A darnos cuenta del poder que poseemos, y a emplearlo con la seriedad que se merece.
A no dejar que Kant se revuelque en su tumba y a revivir la confianza que el viejo tenia en nosotros como iluministas, expropiadores de la incapacidad de los hombres para servirse de su propia razón, y pastores de la mas perfecta ética.
A no apaciguar nuestra culpa dando esporádicamente monedas a mendigos.
Sino, tener la tranquilidad en el alma que otorga la convicción de que, al no vender tanto circo, abrimos las puertas de un mañana donde todos tengan su propio pan.